- ¿Qué te pasa?
+ No sé cómo decírtelo...
- Intenta explicarlo.
+ Es difícil, pero a ver... Siéntate en el columpio. Hazme caso, sólo así entenderás.
- Ya estoy en el columpio, ¿ahora qué?
+ Comienza a columpiarte. Una vez que tomes impulso, cierra los ojos. ¿Notas esas cosquillas en el estómago?
- Sí... ¿Qué pasa?
+ A mí no me hace falta columpiarme para sentirlas. Las siento cada vez que te veo, cada vez que me hablas, cada vez que escucho tu nombre...
- ¿De verdad...? No sé qué decir.
+ No importa, todavía no termino. ¡No abras los ojos, sigue tomando impulso!
+ Ahora, suelta una mano.
- ¡¿Qué?! ¡¿Quieres que me mate?!
+ Confía en mí. Suelta una mano... ¿Has sentido eso? Parece que te vas a caer, se te corta el aire y se acelera tu corazón. Eso me pasa cada vez que no te veo, cada vez que te siento distante...
- Pero...
+ No digas nada, no abras los ojos. Déjame impulsarte. Sólo abre los ojos cada vez que estés arriba y mira el cielo, ¿vale?
- ¿Qué es esa sensación? No lo entiendo...
+ Pues, sólo contigo siento que toco el cielo, siento que vuelo; me siento a tres metros sobre el cielo.
- ¿Tanto me quieres?
+ Después de esto, ¿crees que las palabras alcanzan?
Cuando todo lo que quieres está en tus manos, siempre hay una gota que derrama el vaso. Cuando necesitas sacarlo, GRÍTALO, simplemente al viento, para nadie.. para nada.
lunes, 19 de septiembre de 2011
viernes, 2 de septiembre de 2011
(630*).
No sé qué putas escribir, no sé ni cómo coño expresar lo que siento, así que sólo escribiré...
Se me vuelve imposible pretender que no siento nada, que no me duele tu maldita indeferencia o tus palabras... Aunque no lo creas, resulta hiriente. A veces me pregunto por qué lo hago, por qué sigo escarbando un pozo tan doloroso que sé que no tiene fin y que no llega a ninguna parte.
A veces me pregunto por qué carajos te quiero de ésta forma. Pero, ¿de qué me sirve preguntarme? No me queda de otra, sino más que aguantar en silencio.
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