Se me vuelve imposible pretender que no siento nada, que no me duele tu maldita indeferencia o tus palabras... Aunque no lo creas, resulta hiriente. A veces me pregunto por qué lo hago, por qué sigo escarbando un pozo tan doloroso que sé que no tiene fin y que no llega a ninguna parte.
A veces me pregunto por qué carajos te quiero de ésta forma. Pero, ¿de qué me sirve preguntarme? No me queda de otra, sino más que aguantar en silencio.
No hay comentarios:
Publicar un comentario