Hacia tiempo que lo había dejado de amar. Sin embargo, había quedado en mi la persistente necesidad de saber de él.. y a decir verdad, estaba en un punto en el que ya no sabia si lo hacía por gusto o costumbre, pero, ¿que más podia hacer?, Olvidarlo ya no era una opción PUES ESTABA MÁS QUE CLARO QUE ERA PRÁCTICAMENTE IMPOSIBLE HACERLO, digo... no era la primera vez que lo intentaba, además después de darle muchas vueltas al asunto y analizar las posibles razones por las cuales mi intento habia terminado en fracaso, logre deducir algo que era más que obvio pero debido mi terquedad no lo vi a primera instancia:
El OLVIDO se había convertido en mi salida fácil, quería desterrarlo de todo mi ser. Arrancar el problema de raíz, si...¡vaya que sonaba sencillo!, casi como ponerle un curita a una herida hecha por un raspón. Quería borrar cada memoria que lo involucrara a él, sus palabras, sus besos y caricias, para que así poco a poco fuese enterrandolo en lo más recóndito de mis pensamientos y, eventualmente la herida iría cerrandose por sí sola. Creí que si en realidad me lo proponía al final lo lograría pero estaba muy equivocada... Olvidarlo no funcionaba porque no se puede olvidar a alguien que fue todo para mi. Alguien que, sin darme cuenta, se fue metiendo poco a poco por debajo de mi piel, dejando trocitos de él por toda mi alma hasta quedarse impregnados en mi y´de tal manera fue cambiando muchas cosas en mi hasta convertirme en lo que soy ahora.
El olvido no era más que un grito desesperado por querer dejar de sufrir por su ausencia. Un refugio. Un engaño a mi misma.
Él siempre iba a estar presente en mi vida, incluso cuando no lo estuviera físicamente, pero es que querer olvidarlo es querer borrar la mitad de mi vida, la mitad de lo que soy, sería no poder salir de mi casa sin recordarlo..
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