La ilusión confusa de esto que hoy siento por ti,
me ha traído hasta este punto
en el que no sé bien si quisiera llorar o reír.
Trato de explicarme cómo me siento,
y sólo siento que te quiero.
Me lo dice todo, la música, el reloj, los libros,
los autos; cualquier cosa...
Imagino cuánta gente habrás conocido antes de mí,
y mas aún, cuántos te habrán dicho palabras inútiles
que no has de querer escuchar.
Puedo decir, sin embargo, y a mi favor o en mi defensa,
que al menos yo he intentado escribirte
antes que nada, con el corazón en la mano,
y con la firme convicción de que lo que siento por ti
sólo puede llamarse en todo su contexto amor.
Quienquiera que te haya escrito, copiado no sé de dónde,
que la peor forma de extrañar a alguien
es tenerlo cerca y no poderle decir que lo amas.
Además de ser un plagio, es, con todo respeto, una gran mentira...
Es imposible extrañarte cuando estás a mi lado,
porque en ningún momento soy tan feliz como entonces,
aún cuando sólo sean unas cuantas horas a la semana.
El sentido de extrañarte empieza después,
pero, aún así, no hay, en ningún momento,
algo que merezca el calificativo de peor al referirse a ti.
Extrañarte es una dicha para el recuerdo,
es un descanso para la mente
y una inspiración inagotable
para esta alma solitaria que no encuentra otro sosiego,
más que en el extrañarte.
Extrañarte es pensar en ti, cerrar los ojos y
volverte a ver, imaginarte.
Es escuchar en el silencio, el sonido inequívoco de tu voz,
y en las peores lejanías de mi existencia,
encontrar la paz en tu sonrisa.
Extrañarte es inventarme un momento feliz contigo,
es tomarte de la mano en el vacío,
es poder acariciarte,
es sentir tu aroma...
Extrañarte, aún cuando es obvio que no estás,
es estar contigo y sin ti a la vez,
es una bendita paradoja que me gusta,
aunque no sé bien ni por qué.
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